La noche del viernes 2 de febrero, luego de una tarde de calor extremo, se vivió una jornada electrizante en torno a la música urbana en el “Show El Arcoíris” de la ciudad de Huépil, la más grande y poblada de las 4 que componen la comuna de Tucapel, en la provincia del Biobío.
Desde las 18 horas estuvieron abiertos los accesos y tanto locales como veraneantes se dejaron caer por el estadio de Huepil para ver el show mientras afuera del recinto emprendedores locales apostaron por vender merchandising del cantante urbano del mometo, el que se vendió como pan caliente y así los fans de Jere Klein llegaron al concierto con gorras y cintillos con el nombre del intérprete de «XQ TAN SOLA?».
La música urbana se tomó la precordillera en el Festival Arcoíris
La apertura del espectáculo principal estuvo a cargo del DJ local Nico Godoy, quien demostró llevar los beat en su corazón y fue calentando al público con una cuidada y precisa selección de temas que dejaron a los fans de JK con el ánimo arriba.
Pasadas las 21:00 la misión de abrir los fuegos estuvo a cargo del artista local Kako In The House, quien migró desde la La Pintana para radicarse en esta pequeña comuna que descansa a los pies de la cordillera y convertirse poco a poco en uno de los artistas locales. Su espectáculo fue todo un descubrimiento, ofreciendo los miles de espectadores un show de pana y real hasta la muerte. En la compañía de Nico Godoy en las mezclas y Fer Zelaya en el feat, hicieron bailar a un estadio lleno de tope a tope. Pero eso no fue todo: tirando flow y perreando hasta el suelo, el cuerpo de baile, compuesto por Valentina, Anita, Dani y Mari Cami (Así las presentó en el escenario) mostraron cuánta preocupación, trabajo y profesionalismo envuelve este pequeño éxito en la carrera de Kako.
Luego de un show precioso y preciso instaló en el Municipal de Huépil toda la onda y el flow necersarios para que la estrella de la noche llegara a tomar posesión de un escenario que lo esperaba con el público calientito.
Jere Klein
Jere Klein, por su parte, se tomó las cosas con calma y llegó un poco tarde al evento así que Kako se puso la camiseta para sacar adelante el show y mantener prendido al público que, impaciente por ver al oriundo del sector Santa Anita de la comuna de Lo Prado, se estaba poniendo fiero.
Aunque ya había terminado su show entre aplausos, tuvo que salir nuevamente al escenario para calmar a los más nerviosos. “El Jere se atrasó un poquito, pero ya está en el semáforo”, dijo con absoluta transparencia y simpatía para apaciguar los ánimos y salvar una situación que, sin él, fácilmente podría haberse puesto color de hormiga. Llamó también al cuerpo de baile y repitieron, con dancing y todo uno de los temazos que hizo bailar al público.
Al parecer, era cierto que “El Jere” estaba cerca ya que, ni bien Kako descendió nuevamente del escenario, el show principal ya estaba listo: Un ojo reptil daba la cuenta regresiva.
Tapizado en Dolce & Gabbana y alhajas de oro se plantó en el escenario el talento de barrio del 6.5 en un estallido de aplausos que hicieron temblar a la comuna precordillerana, demostrando así el alcance de su éxito. Con apenas 17 años y con 4 años de carrera en el pecho, Jere Klein hizo bailar al estadio al ritmo de sus temas más sonados como “Ando”, “X eso BB”, “Una en un millón” y “Ese corte” en la compañía de Mateo on the Beatz y un cuerpo de baile que dejó boquiabiertos al público con su destreza en Footwork, C-walk, Crosses, Freezes y Swipes, además de saltos mortales que pusieron a prueba la resistencia de las tablas.
Un show redondo que, en hora y media dejó a los asistentes con las piernas más firmes y las rodillas tiritonas.
Al conversar con Jaime Veloso, alcalde de Tucapel, nos dijo que esta apuesta por segundo año consecutivo por la música urbana (El año pasado la fiesta estuvo a cargo de Cris Mj) se debía a que “Cuando uno tiene un cargo como este, no tiene que traer a la gente que le gusta a uno, sino que uno tiene que poner un oído fino y escuchar lo que le gusta a las demás personas. También considero que la juventud ha sido un sector que ha sido invisibilizado en sus gustos, muchas veces vilipendiado, criticado en sus gustos y yo me acuerdo cuando era joven y mi abuelo me criticaba porque me gustaba el soul o Elvis Presley mientras era censurado en varios estados de Norteamérica. Entonces, uno tiene que visibilizar también un género que está llegando fuerte en la juventud. Ellos también merecen un espectáculo, también merecen que se les considere, porque cuando los jóvenes no se sienten considerados viene la rebeldía y también otro tipo de cosas. Yo creo que, si todos hiciéramos un gesto para considerar a los jóvenes, tendríamos una sociedad mejor.”
Veloso también se refirió a la progresión de las festividades locales, que antaño se hacían con carros alegóricos, competencias por sectores barriales y fiesta en el gimnasio, pasando más tarde a ser un Festival y ya hace un par de años, terminó siendo un recital señalando que hay que adaptarse a los tiempos en un mundo donde la gente está acostumbrada a ir a eventos tipo Lollapalooza: “El festival sigue siendo un tema súper respetable pero que se encuentra ya desfasado por lo que quiere la gente, que es más cortoplacista, es mediática y quiere ver a los cantantes que le gustan”.
Respecto al talento local, el alcalde Veloso reconoció que Kako In The Hose le pareció espectacular y, entre risas, confesó que “a pesar de que algunos pueden decir que es una estupidez lo que estoy diciendo, a mí en lo personal, me gustó más Kako que Jere Klein.”
Al salir del estadio, las vías estaban expeditas, mientras los autos con Jere Klein sonando a todo ritmo musicalizaron la noche huepilina perdiendose en la carretera o adentrándose en el pueblo para seguir el carrete.
Nosotros, con una nueva crónica de Fanky al hombro, volvimos a casa con el cora llenito de flow y con el JK tatuado en los oídos y con esa sensación alegre que te queda después de un buen concierto que te agrega temas a la playlist vital.
Galería fotográfica del show de Jere Klein en el Festival Arcoíris
Crónica de Angela Barraza Risso con fotos de Arturo Ledezma