Treinta formas de resistir con arte
Hay algo que se quiebra —con elegancia, con furia— cada vez que se alza un telón o se toma una plaza. En mayo, el teatro no es solo teatro en la Región del Biobío. Es testimonio. Es músculo político. Es memoria con voz propia. Son más de 30 actividades que estallan en comunas, universidades, centros culturales y esquinas transitadas. Porque sí, también hay teatro callejero. Del bueno.
Es el Mes del Teatro y no hay pausa. La programación, tejida colectivamente por compañías, casas de estudio, Sidarte, la Seremi de las Culturas y una red incombustible de organizaciones culturales, celebra el nacimiento de Andrés Pérez Araya —el mismo que nos regaló La Negra Ester— y pone en valor una historia regional rica, diversa, tozuda. Como el teatro mismo.
“En tiempos en que necesitamos con urgencia espacios de encuentro y pensamiento crítico, el teatro sigue siendo un acto profundamente político”, lanza Paloma Zúñiga, Seremi de las Culturas del Biobío. Y lo dice con la seguridad de quien ha visto cómo se arma esta red escénica. “que tantas organizaciones se articulen colaborativamente para ofrecer a la ciudadanía una cartelera diversa, entretenida y para toda la familia, demuestra el compromiso y la fuerza del sector de las artes escénicas en la región”.
Cartelera: desde pantuflas hasta performance muda
Hay obras para escolares. Como El Bosque de la Amistad, mini musical de Fundación CEPAS en Coronel, o ¿Dónde está la pantufla?, mezcla lúdica de música y narración oral de Teatro La Compota en Chiguayante. Y El Principito de la Compañía El AlmaZen, que viaja con máscaras y títeres al corazón de los estudiantes del SLEP Andalién Sur.
Pero también hay calle. Con ORÁCULO, una pieza tejida por vecinos del Barrio Puchacay que se instala el 10 de mayo en la Feria Collao y la Plaza Lagos de Chile. La obra Isidora Aguirre in Memoriam rescata a la autora de La Pérgola de las Flores como quien rescata una memoria subterránea.
Talleres, homenajes, y el cuerpo como palabra
En Casa Taller Chiguayante se enseñará a hacer del cuerpo un arma escénica. Ahí se dictarán talleres como Kalaripayattu —una marcialidad india transformada en danza teatral— y Hacer cuerpo las palabras, guiado por Juan Pablo Fuentes. Y el Festival Internacional de Teatro del Biobío también aporta con teoría: cápsulas junto a María Izquierdo y un ciclo de formación sobre composición escénica.
Las universidades se suman con lo suyo. La UdeC acoge el Seminario Jorge Dubatti entre el 7 y el 9 de mayo y homenajea el 12 a la académica Ximena Ramírez Grandi. La UCSC, por su parte, trae Yo duelo y Papelucho Choriflay para públicos escolares.
Lecturas con cuerpo y función final con memoria encarnada
El 10 de mayo, el Teatro Biobío será escenario de Madre Coraje y sus hijos… y otrxs hijxs, y otras madres, con más de 20 intérpretes. También ahí se verán Mil Máquinas, el show Los Salieris, y Apagón, que expone dramaturgia penquista como una galería de nervios vivos.
El mismo teatro acogerá Un Arcoíris Negro de Los Contadores Auditores y el taller Tejiendo Diálogos. En paralelo, la UdeC celebrará con seminarios y el lanzamiento de la novela de Ramón Griffero, mientras Balmaceda Arte Joven y Perfiles y Siluetas activan sus propias propuestas en Los Ángeles y plataformas digitales.
Y entonces llega el final.
“Azul, variación”: una obra que no habla, pero grita

El 17 de mayo, entre el Arco de Medicina y los mástiles del Foro UdeC, el teatro vuelve a ese espacio donde, en los años 80, se resistía en silencio con cuerpos pintados y rabia contenida. Azul, variación, dirigida por Ricardo “Chepo” Sepúlveda —Premio Regional de Arte y Cultura 2024—, cierra el Mes del Teatro. Lo hace sin palabras. Con cuerpo. Con gesto. Con color. Con una herencia del Teatro Urbano Experimental que no se olvida.
Una obra que dice sin hablar, lo que muchos no se atreven ni a murmurar.

