Ángelo Pierattini en la Quinta Newka, ciudad de Los Ángeles
Foto de Arturo Ledezma

Crónica Fanky: Así vivimos la «Experiencia Pierattini» en su paso por Biobío

Angelo Pierattini pasó por Biobío promocionando su "De Cantina Tour" e hizo un brutal despliegue de nostalgia y destreza en la sala Bandera Negra de Concepción y al día siguiente, en la Quinta Newka. Lo seguimos y esta es nuestra crónica.

39 minutos de lectura

Hablar de Angelo Pierattini es hablar de una parte importante de la historia musical chilena del siglo XXI: ineludiblemente es hablar de Weichafe, de Los Chancho en Piedra, su presentación en el festival de Viña del Mar y su amistad eterna con los hermanos Ilabaca; es hablar de 31 minutos, de Hueso, de Bambú. Ni pensar en hablar de sus colaboraciones porque la lista sería eterna. 

Pierattini, como buen ser humano, tiene además otras dimensiones como que es hincha por tradición familiar del Audax, y que, como buen descendiente de Italianos, tiene un apego por la familia evidente en su obra y que se vuelve aún más latente en sus entrevistas. Además se declara como un gran fanático de Zalo Reyes y como letrista dice estar influenciado por el poeta y fotógrafo Claudio Bertoni. Su inmensa trayectoria ha sido reconocida con premios como el Altazor y el Pulsar.

Hace poco recorrió el Gran Concepción y la ciudad de Los Ángeles en el marco de su “De cantina Tour” y, con Fanky tuvimos la oportunidad de compartir con él algunos breves instantes, todo gracias a la inquietud de Fernando Dávila, de Bandera Negra, quien nos escribió un viernes en la noche para invitarnos al evento. 

Maravilloso ver a un artista como Pierattini en un espacio tan íntimo; un espacio pequeño, lleno de mística y bien equipado para realizar eventos que no apuntan a una experiencia masiva, sino a un encuentro cercano con quien allí se presenta. 

No conocíamos el espacio, así que era doble ganancia. 

Hablemos de Sara

Viajamos. Recorrimos más de 200 kilómetros para encontrarnos con la propuesta de “Sara” , el último Ep de Pierattini, dedicado a su (homónima) madre, luego del reciente fallecimiento de su padre. 

Sara Angelo Pierattini

Sara se trata de 5 covers de canciones infaltables en los carretes licoreados de cantina. Te las nombro de a una y vas a ver que es cierto: 

El primer tema es “Si no te hubieras ido”, de Marco Antonio Solís. Una canción tristísima que habla de una dolorosa pérdida. Algunos piensan que se trata de una canción romántica y es cantada con pasión por quienes esperan pasar “la tusa” después de un mal amor. Curiosamente, en algunos medios ha aparecido la historia de que Solís la compuso tras la pérdida de su hijastro quien fue asesinado luego de un secuestro en el año 2000, pero la verdad es que, si bien “El Buki” efectivamente compuso la canción, esta fue primeramente interpretada por la cantante Marisela en 1984, en el contexto de su álbum “Sin él”. De ahí, el exitazo ha sido versionado por artistas como Maná, David Bisbal y Juan Luis Guerra. También por Pierattini y en el Ep la canción tiene la colaboración de Manuel García. Otro grande que supo hacerse de un lugar importante en el repertorio nacional.

Acá te dejo la versión de Marisela para que veas que es cierto:

El segundo temón que se sacó Pierattini es “Mi prisionera”, grabada, ni más ni menos, que con la voz del mismísimo “gorrión de Conchalí”, poco antes de su fallecimiento. De hecho, este tema fue el último que grabó, lo que le aporta un inmenso mérito. El acordeón junto a la voz de Zalo dan ganas de hacer salú y tirar un chorrito de licor al piso por él y todos nuestros muertos. Se paran los pelitos al escuchar este arreglo espectacular. Una dosis necesaria de “cebolla” a la vena.

La tercera canción es de una leyenda y remite a años ya muy lejanos: Camilo Sesto y “Vivir así es morir de amor” (1978) aparece en la voz de Pierattini, en compañía de Joselo Osses, más conocido en la escena como “Goselo Goses”, reconocido por su voz aterciopelada y su trayectoria en proyectos como El Bloque Depresivo, Chico Trujillo, Los Tricolores y Los Tres. La maravilla de esta canción es que renace lejos, muy lejos, de los sonidos rimbombantes y espectaculares, propios de la fanfarria de su época, dándole un carácter a la sonoridad de la canción que la hace parecer como “si fuera la original”. Entonces cantar al ritmo del acordeón “siempre me voy a enamorar de quien de mi no se enamora” le da otro sabor a las palabras. A bolero y vino tinto. ¡Dan ganas de escucharlo curao!.

La cuarta canción es “Algo”, una versión chilensis de “Something” de The Beatles, acompañado de la melódica voz de la puntarenense Catalina Plaza y Las Bordonas de Oro, una master ninja de los boleros. En 3 minutos y 06 segundos te dejan convencidisimo de que la canción es chilena y qué tanto.

Para terminar esta modesta revisión de “Sara”, la quinta canción es “Cuando pienso en ti” de otra leyenda: José Feliciano. Esta canción está acompañada de la artista nacional Másquemúsica y entre ella y Pierattini le dan una vuelta “cortavenas”. Esa voz de soul tipo Aretha Franklin en esta colaboración preciosa tiene un vuelco un poco más rockero, sobre todo en el solo de guitarra eléctrica que, por alguna razón, cada vez que la escucho me hace pensar en “November Rain”. ¿Le puse mucho? Puede ser. Pero está güena, güena. Tiene un tono de tragedia muy encantador.

¿Por qué te conté todo esto? Porque “De Cantina tour” las incluye. Nos encontramos con todo esto y más, sólo que Pierattini estaba en la compañía de Dominga Corral, una prodigio del acordeón que le aportó además y con sentimiento las voces femeninas al show, como en el caso la canción “Subiré a lo Alto” que Angelo realizó en colaboración con Palmenia Pizarro.

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Dominga Corral en el acordeón en la Quinta Newka / Foto de Arturo Ledezma @arturoledezma_

También estaba acompañado de un virtuoso de la guitarra como lo es Martín Silva, quien además es el responsable de los arreglos musicales. Una mákina con la vihuela. El cordófono nunca se le fue en collera y deslumbró a los oyentes en Conce, pero todavía más en Los Ángeles, donde un entusiasta cortó las huinchas y le gritó “¡ojalá yo punteara como tú!” desatando las carcajadas en la Quinta Newka, al calor de unas birras. Pero vamos por partes.

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Martín Silva en la guitarra, en la Quinta Newka / Foto de Arturo Ledezma @arturoledezma_

03 de Noviembre en Bandera Negra – El paso de Ángelo Pierattini por Concepción

Ya de camino recibimos buenos augurios de que la jornada sería espléndida. Desde el bus hice una storie de Instagram y Pierattini, sin conocerme y con su mejor onda, la reposteó en las suyas. Primera conexión. Durante todo el camino me fui escuchando el Álbum “Soy un aprendiz” para llegar con las canciones fresquitas y cantar con chanfle el repertorio.

En ese viaje redescubrí la canción “Vida, quiero tus muertes”, que resonó con un nuevo significado. Casi una epifanía a estas alturas en las que Fanky se volvió una nueva vida luego de matar a la anterior que estábamos teniendo en los grandes medios tradicionales.

Cuando llegamos, Fernando nos estaba esperando en la puerta y nos guió en la entrada para encontrar nuestros asientos en unas graderías de madera. Ya había público. Principalmente parejas. En el escenario había un pequeño altar que constaba de 2 fotos, una vela y un pequeño frasquito de metal. 

Despejado

Cuando partió el Show entró un flaco al escenario con modesta ropa: jeans, zapatillas negras de tela y caña alta y una polera blanca.

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Despejado en Bandera negra, teloneando a Angelo Pierattini / / Foto de Arturo Ledezma @arturoledezma_

Con una pura guitarra se largó a cantar. Piola, muy indie folk. Cuando terminó el primer tema, se presentó como Juan Pablo, contó que su  proyecto se llama “Despejado” y que la canción que recién había pasado era una de las primeras que había compuesto en su carrera como artista. Dijo que se llama “Bk630”. 

Luego, procedió a presentar la segunda canción, explicando que se trata de los procesos migratorios y que era un homenaje para todos aquellos que se atreven a dejar atrás sus vidas para emprender un viaje en la esperanza de encontrar un mejor futuro. La canción es preciosa. La letra sencilla: “Todo lo que dejé atrás lo traigo conmigo, aquí está / la llama de aquél primer día sigue viva, me cuida de no renunciar” y fue, por mucho, la que más me gustó de las 6 que presentó en total. Se llama “Todos los desiertos del mundo”. Sin embargo, cuando llegué a buscarla en Spotify, con sorpresa me encontré con que es mucho más decorada que la versión acústica. Más rápida. Pero sigue siendo buena ante este humilde juicio. 

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Despejado en Bandera negra, teloneando a Angelo Pierattini / Foto de Arturo Ledezma @arturoledezma_

La presentación de la tercera canción fue conmovedora ya que dijo (y aquí cito textual): “Esta canción trata de la imposibilidad de echar raíces en un lugar donde no quieres estar”. 

El desarraigo es lo suyo, pienso, ya que la canción también es preciosa.

La cuarta canción fue «Foto Mental». La quinta, “Corazón de colibrí”, que salió en un Ep que lleva por nombre “Manojo” ya que es un grupito de canciones realizadas desde la pandemia “como flores recogidas del campo”, dijo. Mencionó que fue en colaboración con Rocío Peña, quien se encontraba de gira por México. Esta canción tiene algo de argentino, como de Sui Géneris. Linda.

Para terminar, cantó “Un bosque nuevo”, una canción escrita en colaboración con “Camino Rural” que está inspirada en el estallido social de 2019. Antes de largar los primeros acordes de la canción dijo: “espero que la nueva constitución… no la aprueben, porque vale callampa”. Fue una declaración de principios y el coro dice “que arda, que arda la ciudad, que crezca un bosque nuevo en su lugar” y con palmas de las que uno hace en la protesta, para acompañar la canción, se fue con un gran aplauso. El público se enganchó con la propuesta de Despejado. 

Angelo Pierattini

Pierattini llegó al escenario con sus músicos, partitura en mano y un vaso de algo parecido al whiskey. Prendió la vela en el altar e inmediatamente comenzó el show con un golpazo: “Soy un aprendiz” del disco homónimo del 2021. El segundo tema fue “Vida quiero tus muertes” y con esos dos combos en el hocico caí K.O. en el ring de mi propia banda sonora. 

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La tercera canción rompió con el clima de las 2 anteriores y entró a “Cuando llora mi Guitarra” del guayaquileño Julio Jaramillo, compositor ecuatoriano, conocido popularmente como “El Ruiseñor de América”. 

Del Ruiseñor, se pasó al gorrión, interpretando “Mi prisionera”. Cuando presentó la canción resultó emotivo saber que justo ese día 3 de noviembre, Reyes estaría cumpliendo 71 años y que también fue el día elegido para que viera la luz el disco póstumo realizado por amigos y admiradores, titulado “Mi última Canción”, donde Pierattini canta “Motivo y Razón” junto a Denisse Malebrán

Curioso momento se vivió cuando le dio voz al público en el coro y los penquistas cantaron tímidos… Después de todo, Conchalí está bien lejos de Conce y estaba más lejos todavía en los 80’s cuando Boris Gonzáles, el “Zalo” estaba en el boom de su apogeo. O quizás el público todavía estaba frío. La noche estaba bien helada y entrar en calor cuesta un poco. Puede ser.

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Angelo Pierattini en Bandera Negra / Foto de Arturo Ledezma @arturoledezma_

La quinta canción fue una vuelta al disco “Soy un aprendiz” con “Ya la cagué” y luego siguió un temazo de Pierattini y Las Calaveras Errantes: “Desdeñoso”. En el coro “Todo el odio inmortal que me acompaña” el público ya estaba completamente seducido y lo acompañamos.

La séptima fue “Subiré a lo alto”, canción que también aparece en “Soy un aprendiz” con la participación de la Palmenia. Ahora sí los oyentes ya estábamos cantando más en confianza.

Con la octava canción, la del “Buki”, que aparece en el disco “Sara”, el coro “Si no te hubieras ido, sería tan feliz” sonó más fuerte entre los asistentes que ya entraban en calor. 

Al terminar, Pierattini se mandó una décima a Víctor Jara y cantó la novena canción: su versión de “El Cigarrito”. Conexión absoluta y ya entramos en ese espacio de “confianza” que puede darse en espacios tan íntimos como la sala Bandera Negra.

El décimo tema fue introducido de la siguiente forma: “Esta canción tenía que tocarla porque sé que a Conce le hubiera encantado que fueran de acá. Cuando dijo que se trataba de “Algo”, la versión chilensis de “Something” de Los Beatles, la sala estalló en risas. La canción también forma parte de “Sara”. 

Después nuevamente un quiebre de clima, entrando a un Medley de boleros de esos que se hicieron tan populares en Chile con el colombiano Charlie Zaa en los 90’s: “Rondando tu esquina” y “Nuestro Juramento” fueron algunas de las que sonaron en la onceava entrega. Terminó con “Amor de pobre”, popularmente concida en Chile, al menos, en la voz del limeño Lucho Barrios. Un clásico de los clásicos.

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Angelo Pierattini en Bandera Negra / Foto de Arturo Ledezma @arturoledezma_

La canción número 12 fue otro quiebre de clima para llevarnos a un espacio de nostalgia. El tema lo presentó como la primera canción que compuso en este formato. “Muy criticada en un primer momento, pero que ahora está llena de cariño”, dijo. Sonó “Las cosas simples” una de las más queridas de la emblemática Weichafe que apareció en el 2001 que hoy se siente tan lejano. ¡Cuánta nostalgia! El público la cantó de principio a fin. “Las cosas simples” es una de esas canciónes que con los años adquiere una complicidad particular que termina siendo un himno.

El tema número 13 fue “Ella y yo” del disco “Baila Dios” (2014). Lo que parecía el final del show dio para la risa nuevamente ya que avisó que dejarían el escenario y nos instruyó para seguir el ritual clásico de pedir otra. Caímos en su juego y cómplices pedimos la vuelta de la banda para escuchar todavía más.

Cuando Pierattini volvió al escenario, entregó una de las versiones más increíbles de “Menta, miel y sangra”, canción que hizo con “Las Calaveras Errantes”. Simplemente desgarradora y emocionante.

El show terminó con “Amor por mi condena”, también del disco “Soy un aprendiz”. Con esta canción y completamente entregados a la experiencia Pierattini, nos hizo cantar el coro: “son 3 o y una gran a. Como de niños. Y no es Mazapán”, tiró la talla. Lo importante era que mantuviéramos la promesa de que, cuando Dominga, Martín y él salieran del escenario, teníamos que seguir cantando oooo, oooo, oooo, aaaa. Lo hicimos. Y fue precioso.

Las luces se fueron a negro y seguimos cantando hasta que perdió el sentido. Luego, un aplauso cerrado. Volvieron para despedirse y luego invitarnos al bar de Bandera Negra, donde pudimos presentarnos, saludar, sacar una selfie y dejar la promesa de que lo veríamos al día siguiente en Los Ángeles.

Pierattini en La Quinta Newka – Los Ángeles.

Arribamos a la ciudad a eso de las 6 de la tarde a buscar alojamiento. Lo encontramos, literalmente a la vuelta de la esquina de la Quinta Newka, lo que facilitó mucho las cosas. 

De camino, vimos por Instagram que Pierattini estaba en la Quinta ya a eso de las 5. 

Cuando entramos por la puerta del bar, estaban probando el sonido y en el momento en que Pierattini nos vio, nos reconoció enseguida y saludó alegre.

Es importante destacar que, a pesar de los 10 años que lleva funcionando la Quinta Newka, nunca habíamos estado en el lugar y lamentamos la ignorancia que teníamos sobre este reducto cultural, lleno de murales que evocaban literatura y música. Al cachurear sus redes, tarde nos enteramos de la parrilla increíble de música en vivo que llevan a su escenario cada semana. Hacía nada estuvo Tata Barahona cantando “La Mexicana” en el mismo escenario donde estaba Angelo. Poco antes estuvieron la Julius Popper y Fiskales Ad-Hok

Es importante destacar que la Newka tiene todo lo que necesita un lugar que se digne a autodenominarse “quinta”: Parrón, mesas de madera de palo, oferta de borgoña, platos enjundiosos y toda la weá. Sólo les faltaba el mantel cuadrillé, típico de la Quinta de los Núñez en Valpo. O la extinta Quinta de recreo “El Negro Bueno” en La Florida. 

A saber, La Quinta de Recreo era un tipo de patente comercial muy particular, la cual era concedida únicamente por el Presidente de la República. Por ejemplo, en el caso del Negro Bueno fue Jorge Alessandri, fue quien les extendió dicha patente. Esta licencia contaba con diversas libertades que en los locales comerciales actuales ya no se permiten. Podían vender alcohol sin comida, todos los tipos de licores, además de atender hasta la hora que se les venía en ganas a los dueños y también se podía jugar cartas, cacho y dominó en sus mesas. Lo más destacable de las Quintas era que podían tener actividad de corporación cultural y por eso de ellas salían poemas, cuecas y hasta obras de teatro. Lo más triste es que están casi extintas. La Newka parece una con todas sus letras, aunque en sentido formal no lo sea.

Frente al escenario había 3 mesas: las dos de los costados estaban ocupadas, pero la del centro parecía estar esperando por nosotros. Nos sentamos y esperamos pacientes a que comenzara el mambo. La mesa de la derecha estaba ocupada por extranjeros. No me arriesgaría a especular sobre su nacionalidad, más era una mesa muy bulliciosa compuesta por una familia que ni siquiera estaba tomando alcohol. Nada que ver con la solemnidad íntima de la Sala Bandera Negra. Es otra la experiencia.

Sobre el escenario estaba nuevamente el altar, pero esta vez estaba atrás. Ahí entendí que no era un “caché para el escenario”. Mantel negro con calacas, las dos fotos, el frasquito de metal y la vela nuevamente presentes, ahora sobre un piso de madera.

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Altar de Angelo Pierattini en Quinta Newka, en la Ciudad de Los Ángeles / Foto de Arturo Ledezma @arturoledezma_

Como esta vez estaba más cerca pude apreciar que en una de las fotos estaba “el Zalo”. Pierattini estaba en la mesa de atrás, así que me di vuelta y le pregunté quién estaba en la otra foto: “Es mi papá”, respondió y me explicó que el frasquito es una pequeña ánfora donde guarda un poquitín de sus cenizas para que le acompañe. Ahora lo entiendo todo.

La familia de la mesa de junto siguió riendo y gritando. No se callaron en la prueba de sonido. Tampoco redujeron el volúmen de su entusiasmo cuando salió Juan Pablo, “Despejado” al escenario. En la quinta canción, un garzón les tuvo que pedir que, por favor, bajaran la intensidad, pero prefirieron irse. El público, que ya comenzaba a aproximarse al show, aplaudió cuando salieron. Fue una situación extraña. No pude dejar de sentir horror por la hostilidad del aplauso. El contraste cultural que estaba sucediendo terminó en un gesto imperdonable a mi juicio, aunque tampoco los aplaudidos estaban mostrando respeto por el evento ni por quienes sí fueron a escuchar música en vivo a pesar de que el público les hizo callar con el clásico ¡Shhh! varias veces. Supongo que aún nos queda camino por recorrer en el tránsito hacia el acostumbramiento a ser un país más cosmopolita. 

Despejado en Quinta Newka 1

Sin embargo y a pesar del impasse, el público acogió muy bien el proyecto del Penquista que nuevamente teloneó a Pierattini con las mismas canciones. Lo invitaron a volver a la ciudad y lo aplaudieron con mucho cariño. Incluso, al momento de desenchufar su instrumento, alguien del público se acercó a felicitarlo y desapareció al grito de ¡que vuelva Despejado! de otro entusiasta.

Cuando subieron Dominga, Martín y Pierattini al escenario con vaso en la mano, el público ya era de ellos. 

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Angelo Pierattini en Quinta Newka, en la Ciudad de Los Ángeles / Foto de Arturo Ledezma @arturoledezma_

Pasó nuevamente “Aprendiz”, “Quiero tus muertes” y “Cuando llora mi guitarra”. La gente se las sabe todas y aplaude cada tema con fervor de cantina.

Para pesentar “Ya la cagué” contó que Newka había comenzado en Colina, siguió en Santiago, tuvo un paso por Valpo, Conce y que hace 10 años ya, está en Los Angeles. El dueño le había recordado que ya había estado en Newka, pero en Colina, con Weichafe y el recuerdo le parece hermoso.

Luego siguió con el homenaje a Zalo Reyes, sólo que en esta oportunidad cambió “Mi Prisionera” por “Motivo y Razón” y al tono “licoreado” de la canción, le viene divino el entorno.

Quinta Newka llena
Angelo Pierattini en Quinta Newka, en la Ciudad de Los Ángeles / Foto de Arturo Ledezma @arturoledezma_

La siguiente canción, sexta del repertorio fue un bolero. Diría que era “Desdén”, también de Jaramillo, pero puedo estar cantinfleando. Sin embargo la gente acompañó con palmas y yo estaba en la misma. Por aplaudir, se me perdió el tema. Pero luego volvió con “Subiré a lo Alto” y Dominga en la voz de Palmenia lo hizo precioso.

Con “Vivir así es morir de amor” la gente cantó a todo tarro, el bar se terminó de llenar y lo pasamos divino.

Luego vino un quiebre de ánimo, con el brindis por Víctor Jara y luego “El Cigarrito” que el público también coreó a media voz… es que esa canción por alguna razón uno la canta bajito.

Para subir de nuevo la algaravía, volvió con el “Medley de Charlie Zaa” (le puse así a falta de otra asociación más directa) y nuevamente terminó con “Amor de Pobre”.

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Angelo Pierattini en Quinta Newka, en la Ciudad de Los Ángeles / Foto de Arturo Ledezma @arturoledezma_

Luego siguió con un bolero entrañable de la canción popular chilena: el bolero “Que me quemen tus ojos”. Este temazo fue compuesto por el hijo de un obrero ferroviario: Ramón Aguilera, quien nació en San Antonio en 1939, pero fue realmente “hijo” de la localidad de El Monte, donde la familia migró luego de la jubilación de su papá. 

Aguilera comenzó su carrera musical a fines de los años cincuenta y se popularizó, transformandose en un profesional del canto, en 1963, en el locutorio de la radio Portales cuando todavía era un obrero soldador. Su nombre está inscrito, como uno de los más grandes en el frente popular del vals y el bolero, acompañado en el podio por Palmenia Pizarro, Luis Alberto Martínez y Lucho Barrios, conformando así el olimpo de la “música cebolla” en Chile. 

Luego de este clásico, Dominga y Martín abandonaron el escenario, dejando a Pierattini solo con el micrófono, el vaso y su guitarra. Comienza a tocar entonces “Las Cosas Simples”.

Los fanáticos de Quinta Newka la cantan con sentimiento, siendo este el punto más alto de la noche. Había un chico que en lu emoción se arrimaba a mi mesa para grabar. En este tema fue tanta su felicidad que se distrajo y tarde se dio cuenta que no había grabado, sino que había sacado apenas una foto de la que, evidentemente era su canción favorita. Nos reímos de su error y siguió cantando.

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Angelo Pierattini en Quinta Newka, en la Ciudad de Los Ángeles / Foto de Arturo Ledezma @arturoledezma_

Luego Pierattini anunció la última canción y comenzó a tocar “Ella y Yo”, tema que canta con Alain Johannesen el disco “Baila Dios”. Una versión emocionante con el coro del público, que ya se prepara mentalmente para el final. Cuando abandonan el escenario, espontáneamente pedimos otra. Vuelven y Angelo aclara que quedan sólo dos canciones.

Comienza entonces “Menta miel y sangra”. Locura. 

Angelo terminó con “Amor por mi condena” y nuevamente nos hizo mantener la promesa de que, cuando Dominga, Martín y él salieran del escenario, teníamos que seguir cantando oooo, oooo, oooo, aaaa. Lo hicimos. De forma insistente. Pero era cierto eso de que no había nada más. 

Luego entró la música envasada. Se diluyó la magia, pero Pierattini, generoso se paseó entre las mesas, sacándose fotos con los fanáticos, firmando discos y compartiendo palabras amables. Esa misma noche volvían a Santiago, así que empacaron los instrumentos y el altar en cuestión de segundos. Molestarles para una conversa hubiera sido demasiado pedir cuando ya lo habían dado todo, así que les deseamos un buen viaje y nos quedamos en la Quinta Newka un rato más para seguir digiriendo todo lo que había pasado, hasta que sin darnos cuenta éramos los últimos en el bar. 

Cuando nos enfrentamos a la puerta de salida todavía resonaba en la cabeza “mi mente cruje al despertar, mejor salgo a caminar…” y con ese recuerdo entrañable nos aventuramos a la calle, al frío, a despertar.

Te dejo un compilado de Fotos de nuestra experiencia con Angelo Pierattini en Conce y Los Ángeles

Crónica FANKY: Angelo Pierattini
Fotos de Arturo Ledezma @arturoledezma_ / FANKY

Acá te dejo el video de resumen de nuestra experiencia con Pierattini:

Periodista y escritora. Estudió filosofía en la USACH y en la PUCV, también Períto criminalístico en la UTEM. Es diplomada en periodismo narrativo en la UAH. Como escritora ha sido becaria de la Fundación Pablo Neruda en Valparaíso y Santiago, y obtuvo la Beca de Creación literaria del CNCA en 2008 por su libro MORADAS. En 2011 publicó el libro CHILE que fue nominado al premio de la crítica de la UDP en 2012. Poemas suyos han sido publicados en antologías en Chile, México, Perú, Colombia, Argentina y Polonia. Ha trabajado como periodista y jefa de redacción en El Ciudadano, MundoTKM, ElNueve.com (Arg) y como Editora general de Terra Chile. También ha escrito para ArenaPublica.com (MX), TN (Arg). Fue panelista del programa VIGILANTES de La Red TV y del programa Combinación Clave de Radio La Clave. También trabajó como locutora y productora en Radio Divine, Radio Ritoque y Radio Odisea.

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